jueves, junio 25, 2009



Tu sonrisa


Hay una sonrisa
que me entra
hasta los patios
de mi alma,
que encala de luz
las esquinas
de mi casa,
que deshiela
mis horas solitarias.

En las puertas del invierno
es mi brasa
y mi almohada.
Hay una sonrisa
que es la luna
de mis noches sin luna,
la presiento en la ventana.

Sólo hay una.
Por fin sé
que es la tuya.

miércoles, junio 17, 2009

Paisajes de los ríos Sil y Torío





Por la mitad de junio, cuando el sol calienta, la naturaleza es un espectáculo y el río el protagonista.

Este pasado fin de semana disfruté paseo y paisaje por dos ríos bien distintos: el Sil, en la provincia de Orense, y el Torío, en la provincia de León.

El Sil, casi urbano a su paso por El Barco de Valdeorras, con espacios de pradera y arena en sus riberas, ofrece ocio, baño, playa y parque infantil. Las sensaciones se funden con las emociones, donde aprendí a nadar, porque de niña pasaba los veranos con mi abuelo el del Barco y él nos llevaba en la lancha que era el mejor premio por comer y dormir la siesta.

El Torío da apellido a los pueblos del valle y define un paisaje rural a su paso por Matueca. No hay caminos por sus orillas, pero los hacemos entre los alisos, sauces y chopos, descubriendo y aprendiendo los nombres de la infinidad de flores silvestres de todos los colores: aguileñas, pitinos, nomeolvides, brezos, geranios, amapolas...

La sombra y el murmullo de la corriente del agua nos acompaña y en los sentidos se registra un rosario de sensaciones, aromas de verdes refrescantes, de menta, tomillo, manzanilla y un coro de trinos afinados en canon, canto de grillos, zambullido de ranas, mugidos de vacas, ovejas y cabras. Música de fondo la corriente del agua, muy clara en los remansos y espumosa en los escarpados.

El río mueve la vida y la vida fluye con el río.

domingo, junio 14, 2009

Brotan los sentimientos y las flores



Lo esencial es invisible a los ojos, sólo se ve con el corazón.(El principito)

Sólo tienes que decirlo

Cuando no quieras
mandarme flores,
no me lo digas,
cuando te despiertes
con un sabor de boca
que raspa mi orgullo,
no me lo digas.
Si mancha tus camisas
un carmín que no es el mío,
por favor, no me lo digas.
Conservaré las últimas violetas
de nuestro aniversario,
dejaré en el mismo jarrón
los besos florecidos en marzo.
Si recuerdas menos tus deudas
para abrir más mis heridas,
si te aburren mis poemas
escritos en cerezos blancos,
no me lo digas.
Si tienes miedo
de lo que somos
y lo que fuimos,
vete,
para decir adiós
sólo tienes que decirlo.