sábado, junio 10, 2006

¿Dónde está la poesía?


El templo de la poesía

Descansé en un lugar
entre la nada y yo,
un lugar donde nació la poesía,
me descubrió
todas las curvas del horizonte,
el olor de mayo en noviembre,
una rosa en la luna
y le devolví la sonrisa
para pensar en la mía.

Me guardó un secreto en el viento,
una piedra en el río,
el color del amanecer en mis sueños
y en mis ojos la lluvia.

Me escondí en un lugar
donde canté la lección
mil veces ciento cien mil,
donde tensiones y misterios
cierran la puerta de la herida,
donde aprendí a contar
las nubes que hay en el cielo,
a llamar a la noche alba,
a construir castillos de agua.

Y me enseñó a escuchar
el aleteo blanco de la nieve
y el cacareo rojo del día
por encima de tejado del mar.

No sé cómo llegué a ese lugar
donde quizás la poesía
ya habitaba en mi alma.

6 comentarios:

gaia56 dijo...

me gusta este descubrimiento entre la nada y el yo..
es un buen refugio en el que andamos muchos...

gaia56 dijo...
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Anónimo dijo...

Cuando miro hacia atrás, me veo pequeña y con los ojos grandes como bellotas, erguida sobre las piernas delgadas de mi infancia y siento intactas las emociones más profundas que transitaron por mi niña .

Recuerdo que había algo de la realidad que me parecía sublime y era la certeza de que los adultos sabían todo y que además esto era totalmente incuestionable. Esta sensación se ponía al rojo vivo, cuando aparecía cualquier duda sobre las verdades de mi madre y sentía profano a todo aquel que osara enfrentar su razón

Transitando por mi segundo grado en un pueblo hermoso de mi infancia sucedió un hecho que cambio mi historia. Casi sin darme cuenta, me encontré discutiendo hasta las lágrimas con mis compañeras de escuela acerca de la veracidad de la existencia de los Reyes Magos. Mi madre, nada menos que el monumento a las certezas de mi vida, me había dicho que existían y por lo tanto éstas eran injurias.

Llegué a casa roja y ofuscada por la indignación; mi madre se sentó a mi lado, y casi en un susurro avergonzado declaró por cierta tal infamia. Ella me había mentido.

No podía creer semejante desilución y poco a poco para salvaguardarme del dolor, olvidé tal suceso.

Dos años depués cursaba mi cuarto grado, cuando otra realidad vino a mí y como una serpiente sin pudor se instaló en mi alma; mis compañeras de grado me habían develado el secreto sobre el origen de la maternidad. Los niños según esta versión, no venían de la tal mentada Francia, sino que eran producto de no sé que cosa extraña que hacían entre sí, los cuerpos de los padres.

Vengo de la escuela espantada y asqueada por tal noticia; sabía que mi madre no podía haber hecho nunca eso con mi padre. Este era un ser despreciable y desde siempre había descubierto que mi madre nunca lo había querido; había aprendido junto al cuerpo de mi madre, que los abracitos eran producto del amor y ningun abracito podia caber en mi imaginacion entre ese ser extraño y mi amada madre.

Otra vez , sentada en mi cama y acariciando mis mejillas húmedas por el llanto; declara avergonzada su mentira, aceptando por cierta tal injuria.

Quedé estaquiada hasta el horror, descepcionada y dolida por esta revelación que rompe con el altar de mi madre y hecha a rodar por un barranco sin fin todas mis verdades.

Después de todo pensé... casi para consolarme, ella también era humana y por lo tanto podía equivocarse. Lejos de aliviar mi dolor, este pensamiento me sumió en una derrota insoportable, a partir de ese instante, descubrí por más que intentará y rencontrarme con la ilusión, nunca más podría hallarla en la figura de mi madre.

Lo más extraño o fascinante, es que ya muy lejos del dolor
punzante de tal revelacion, sigo buscando; no sin cierto ferbor ni cierta urgencia, donde encontrar ese lugar sagrado donde huidiza y frágil por la injusticia de los hombres, se ocultó LA VERDAD.


FAHRENHEIT451

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

La verdad. Esa búsqueda que ha ocupado al hombre desde siempre, que forma parte de su genética, de su condición. Gracias a ella (la búsqueda, no la verdad) ha hecho a nuestra especie constructora de sueños (y a veces de realidades), perseverante y (algunas veces) mejor. Sigo siendo optimista vocacional.

Anónimo dijo...

La verdad. Esa búsqueda que ha ocupado al hombre desde sus orígenes y que forma parte de su propia naturaleza, de nuestros genes. La verdad puede tomar muchas formas, porque es interpretable, pero su búsqueda tiene otro componente y solo presenta una cara, la interior, la de cada uno. Que contradición, algo tan aparentemente absoluto es relativo y su interiorización es el auténtico valor permante. La búsqueda (no la verdad) es la razón por la que nuestra especie se ha elevado de su condición animal, nos ha dado esa perseverancia que necesitan los proyectos humanos de superación, y nos ha dejado esa huella de lo moral (o no) que hoy forma parte de nuestra cultura y el sentido de justicia. Como decia el poeta, lo que importa es el camino, el proceso.
Quiero seguir siendo optimista.