martes, agosto 25, 2009

Donde viven las almas



Voces hondas en la niebla

El peso de la niebla
amansa la noche,
el poder inquietante
de la niebla
cierra el cerco del norte..
Y las sombras pasan
por encima de la torre
¿o son túnicas blancas?
Son los ecos de las almas
que se quejan,
son las voces hondas
de la vida
que se aleja.
Tal vez en la campana
de San Andrés
encuentren paz y mortaja.
Voces hondas en la niebla
llaman a los hijos de la mar
más allá
de los muros negros,
de húmedos,
de los bosques melancólicos,
de lluvia,
de los mares rotos,
de espuma.
La luz de las antorchas
tiñe la noche
que habita la niebla
y mi alma se oculta
con la luz llena
de la luna.


martes, agosto 11, 2009

Regreso al pasado

Los Amish

Me sorprendió enormemente que en un país como Estados Unidos, donde se impone la vanguardia en las formas de vida y la más alta tecnología, descubrir a 100 Km. de Filadelfia, en el Condado de Lancaster, una comunidad tan peculiar como los Amish.
Descienden de suizos, alemanes y suecos que siguiendo las enseñanzas de un disidente de los Mennonitas, llamado Jacob Amman ( del cual viene su nombre Amish), se instalaron en una campiña de la Pennsylvania holandesa.
Viven sin energía eléctrica, ni automóvil, rechazan todos los avances tecnológicos que les aparten de la unidad familiar o del desarrollo espiritual, trabajan el campo con maquinaria sin motor, sólamente tirado por caballos o mulas. Viven en granjas de madera y evitan toda clase de adornos, ¡tampoco tienen espejos!
Los muchachos Amish visten trajes oscuros y sombreros serios, las niñas con el pelo recogido y largos vestidos grises, las señoras vestidos que recuerdan los siglos 16 y 17 con gorritos de visera rodeándoles la barbilla. Crean hermosos edredones decorados con coloridos retales, juguetes sencillos, muebles, mermeladas, ricas comidas caseras.
Los Amish reservan el bautismo para los adultos, porque creen que los niños no tienen el conocimiento suficiente para aceptar la cristiandad. Valoran el trabajo duro, llevan una vida sencilla organizada fundamentalmente por las creencias y la bondad de la religión.



Estos niños estaban vendiendo herraduras de caballos en el puestecillo que habían improvisado en su remolque- bici.
Tenía un encanto nada habitual