Dedicado a una niña preciosa que está aprendiendo el oficio más difícil, que es vivir¡He perdido mi nariz!
Se llamaba Bertolino,
salía siempre a la pista
con su chaqueta de cuadros,
con la cara muy pintada
y pantalones muy anchos.
“He perdido mi nariz”,
lloraba con gritos altos,
y los niños le decían
“¡No! que la tienes ahí”
la buscaba en el sombrero
y los niños más reían.
“No quiero ser un muñeco”.
Con zapatones hambrientos
daba piruetas de sapo,
se reía a carcajadas
entre tropiezo y tropiezo.
De su gran boca encarnada
sacaba risas y flores
que a los niños regalaba
sonando palmas y aplausos.
¡Bertolino, Bertolino!
Después de apagar las luces,
bajo la carpa del circo,
con los ojos entornados
sigue tocando el violín,
dentro de su soledad
hasta que vuelva a la pista,
donde con juegos de manos,
pierda otra vez su nariz.
(Os invito a que entréis en el vínculo de Encadenados y veáis nuestro programa de febrero)