miércoles, junio 17, 2009

Paisajes de los ríos Sil y Torío





Por la mitad de junio, cuando el sol calienta, la naturaleza es un espectáculo y el río el protagonista.

Este pasado fin de semana disfruté paseo y paisaje por dos ríos bien distintos: el Sil, en la provincia de Orense, y el Torío, en la provincia de León.

El Sil, casi urbano a su paso por El Barco de Valdeorras, con espacios de pradera y arena en sus riberas, ofrece ocio, baño, playa y parque infantil. Las sensaciones se funden con las emociones, donde aprendí a nadar, porque de niña pasaba los veranos con mi abuelo el del Barco y él nos llevaba en la lancha que era el mejor premio por comer y dormir la siesta.

El Torío da apellido a los pueblos del valle y define un paisaje rural a su paso por Matueca. No hay caminos por sus orillas, pero los hacemos entre los alisos, sauces y chopos, descubriendo y aprendiendo los nombres de la infinidad de flores silvestres de todos los colores: aguileñas, pitinos, nomeolvides, brezos, geranios, amapolas...

La sombra y el murmullo de la corriente del agua nos acompaña y en los sentidos se registra un rosario de sensaciones, aromas de verdes refrescantes, de menta, tomillo, manzanilla y un coro de trinos afinados en canon, canto de grillos, zambullido de ranas, mugidos de vacas, ovejas y cabras. Música de fondo la corriente del agua, muy clara en los remansos y espumosa en los escarpados.

El río mueve la vida y la vida fluye con el río.

3 comentarios:

E. Martí dijo...

Ese es el paisaje que me gusta para junio... Ese paisaje de agua cantarina, nomeolvides, geranios, hierba fresca...Sol, luz, paseo...
También me encanta el mar de espigas de trigo y amapolas - que tu también conoces - en las onduladas tierras de mi Salamanca.
Para mí Junio es magnífico, cuajado de olores, sabores, delirio pues se abre la puerta al verano, que es descanso, siesta, ensoñación, lectura, evasión, tranquilidad, vacaciones, familia, bocadillos de jamón, terraza, luz de estrellas... Y, además, qué largo se ve desde aquí el paso del verano!!!
Gracias por regalarme una bonita mañana de junio paseando contigo junto a esos ríos: El Sil y el Torío (de donde es mi amiga Mª Jesús- de Palacio de Torío - que tengo la suerte de conocer).
Besos y a disfrutar de junio, julio y lo que venga luego.

gaia56 dijo...

¿Qué tienen los ríos que son tan disitintos y tan iguales? ¿Qué cercanas memorias nos evocan que aunque en el tiempo lejanas nos llevan a múltiples vivencias a lo largo de la vida.
Los ríos estan vivos, son camino, son sentimientos.
Besinos.

El león de torio dijo...

Dicen que la observación del movimiento en la naturaleza produce
relajación, fascinación y embeleso para la mente humana: el contoneo de las llamas en el fuego, el ir y venir de las olas del mar, el curso de los ríos…y es verdad. Porque a pesar de su aparente repetición y monotonía, siempre se aprecia alguna diferencia que permite la comparación, para fijar
la atención o relajar los sentidos. Ay, los paseos por el río, si este hablara, daría para mucho. Pero a su manera, también los ríos hablan. A su manera, claro. Y nos cuentan de donde vienen y a donde van, quien los habita, quien bebe de sus aguas, o los contempla. Y ellos hablan y cantan para que tu les escuches y calles, sin prisas, posando la mirada aquí y allá, en cada detalle, en todo y en nada, mirando fuera y dentro, en tus pensamientos, también en tus miserias. Todo parece quieto y, sin embargo, todo se mueve, hasta las conciencias. Y los sentidos vienen y van, corren y se detienen, en una locura y frenesí que no se puede controlar. Porque la llamada de la naturaleza la tenemos gravada en los genes y cuando habla el río le responden los sentidos, en un eco intemporal que no falla, que nos acompaña desde niños, desde el primer hombre que sintió emoción en su contemplación, desde siempre. Yo creo que en la ribera de este nuestro río Torio (que bonito nombre) aún se escucha la llamada anciana que ha emocionado a todas las generaciones que le conocieron.