domingo, enero 27, 2008

Recordando a Blas de Otero

Si he perdido la vida, el tiempo,
todo lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre,
todo lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.

El viernes 25 en la voz de Tachia oímos en el salón de actos del Antiguo Instituto, las mejores obras del poeta Blas de Otero, uno de los referentes de la poesía del s. XX.
Los poemas de Blas de Otero son reflejo de una incansable búsqueda de la felicidad, que no halla ni en su interior ni en España a la que mira con lástima y desesperación. Los escritos recordados por Tachia, musa del escritor y compañera sentimental, hicieron llegar al público el lamento y dolor por haber perdido el contacto con el país vasco, su tierra y su cultura.

Pasa por tres etapas en su creación literaria: Religiosa. Existencial, en la que escribe Ángel fiéramente humano. Social, en la que escribe su obra más conocida Pido la paz y la palabra.
En esta etapa, que ya no tiene la fe religiosa,encuentra una razón vital en la solidaridad humana. Cree en un mundo mejor a través de la poesía. Emociona la voz de Tachia cuando dice "no nos queda ni un cacho de Dios para ayudar a estos hombres" y transmite dolor cuando dice "el alma está partida y el cuerpo a punto de partir".

No hay comentarios: