En tu silla vacía
Hoy no puedo cantar ni quiero
en esta noche de ausencias
llena de amor y recuerdos.
“¡Vamos a bendecir la mesa!
¡Tchchchsss! ¡Todos atentos!”
Como campanas de fiesta
su voz nos convocaba:
“bendice, Señor, los alimentos..”
Y después de las doce uvas
Dios mío, cuántos besos
y abrazos sin palabras
para recibir el Año Nuevo,
cuántos brindis con lágrimas
por alargar vida a los años,
por añadir años al tiempo.
Se hace corta la noche,
brillan sus ojos inmensos.
“Hay regalos para todos,
para mayores y pequeños
¡Concho! Aquí falta algo,
tenía que haber treinta y cuatro
¿dónde están los de los nietos?”
Entre papeles, bromas y alborotos
aparecen juguetes y muñecos.
“Y este jersey para ti
y para ti un billetero.
Me hará falta el banco de España
para subir la cuesta de enero”.
Hoy no puedo cantar ni quiero,
hoy en tu silla vacía
me ahoga mi sollozo y tu silencio.
Estas fechas son especialmente memorables para mi, me hacen revivir y recobrar las imágenes, los olores, las voces, de toda la familia que nos reuníamos alrededor de mis padres en Santander. Nos dejaron esa herencia de la costumbre y lo seguimos haciendo. Por cumplir esa tradición quiero brindar y celebrar con todos mis hermanos, cuñados y sobrinos al tiempo que disfrutamos, desde lugares de residencia distantes, unos días de convivencia entrañables.