A Federico García Lorca
Federico, piel de bronce,
tenías noche en los ojos,
en la voz jazmines blancos,
en tu boca agua de arroyo.
Cuánta frescura en tu frente,
qué juventud en tus hombros,
cuánta hermosura en tus años,
en la cintura de tu alma
cuánta luna, olivo y olmo.
Ay! Romancero gitano,
lamento en el Cante jondo,
mujeres, claveles negros,
drama y pasión en teatro.
Se quebró el junco en la orilla
bajo el manto de los vientos,
tu memoria es huella y polvo,
polvo que han enterrado
como si hubieras muerto.